21 enero, 2008

Partir no es igual que desaparecer


Definitivamente, la muerte es un tema que me complica, me confunde y me afecta en lo más profundo. Me cuesta mucho aceptar que también es parte de la vida, porque es difícil dejar partir a una persona por la cual se siente afecto.

Pero más allá de eso, me afecta porque es recordar lo vulnerables que somos y que tarde o temprano, todos pasaremos por ello. Estas semanas han sido más duras que otras, precisamente porque me enfrenté a la muerte de dos personas por quienes siento un especial cariño...

Mi profesor de la universidad, Jorge Uribe, que no fue santo de devoción de la mayoría de mis compañeros, pero que para mí fue importante, dejó una huella y bonitos recuerdos. Este señor, muy divertido para sus cosas y muy creído además, me enseñó a escribir como periodista. Con su método particular de clases conversacionales (con harto monólogo, hay que decirlo, porque sí que tenía historias del año que le pidieran) aprendí que el periodismo es una profesión por la que se siente pasión o de lo contrario, no se es un buen periodista. En las tardes que con mis amigas, "las come tomates" -como nos llamaba- nos pasábamos riéndonos y conversando en su ofcina, serán sin duda un recuerdo imborrable en nuestras vidas. Sólo lamento la decisión que tomó y no haber sabido antes de su enorme tristeza. Le deseo mucha paz.

El segundo impacto, tal vez más esperado, pero no menos impresionante, corresponde a una señora encantadora que conocí hace un tiempo: La abuelita Flor. Con quien me involucré mucho y pasé varias tardes acompañándola y cuidando de ella. Blanca Flor -que nombre tan bonito, cierto?- fue una persona que dejó grandes valores a su familia, muchísimas enseñanzas y un montón de momentos divertidos. Si bien no alcancé a conocerla mucho tiempo, de ella rescato el amor inmenso hacia su familia y la preocupación constante por todos, aún cuando su mente se perdía por momentos... logré encariñarme mucho con ella y me sentí muy afectada por su partida. Sin embargo, tengo la certeza absoluta de que se fue en paz y que no puede estar en un mejor lugar, al lado de Dios.

La muerte a ratos parece muy cruel, de pronto, aparece como algo muy bello, pero también causa mucho temor, porque se trata de algo que desconocemos y que jamás podremos conocer, hasta que nos toque partir. Lo importante es algo que he aprendido con el tiempo, la muerte no implica olvido. Recordar a quienes quisimos y han partido, de alguna manera, los mantiene vivos en nosotros. Y más aún, recordarlos con amor, porque amor significa "sin muerte" de manera que mientras los sigamos queriendo y recordando, siempre estarán en alguna parte, con nosotros.